Pedí millones de caramelos y un elefante rosa, un submarino amarillo y una pantera que sepa bailar, pero lo realmente importante estaba al final de mi carta, deseo con todo mi corazón que no te caigas.
Si, que nunca te caigas, al menos que no lo hagas si no estoy para levantarte, para ponerte una tirita y darte un beso.
Se que ya eres mayor, que tus días de niño se me pasaron como a ti...volando, que aquellos abrazos al recogerte del colegio acompañados de un fuerte beso y un "te quiero" nunca mas vendrán. Pero se que habrá mas mañanas y que conseguirás ser feliz, tanto como nunca jamás hayas soñado.
Niño, si, tu!, ese que casi no veo en todo el día pero que necesita saber que estoy, si...niño, niño de casi 20 años, niño de pelo espeso, sonrisa tenue y mirada esquiva, niño...
Ese que se moría por verme y que sigue queriéndome a su pesar, niño...por dios te lo pido...no te caigas si no te puedo ayudar a levantar, no te rindas jamás...niño!
Hoy cierro mis peticiones a los reyes magos rogando que, si he de sacrificar el elefante o el submarino, sabed que no me importa, prefiero tiritas y mercromina y millones de besos que aunque no los pidas..ahí quedan solo para ti, niño.
Inma Castrejón, la bruja de chocolate
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