He buscado en el fondo de mi arnario aquel sombrero de bruja piruja y, lejos de todo pronóstico, en lugar de hallar tal prenda ¡me he encontrado con una raída capa de drácula!
Me ha encantado desenvolver aquella vieja bolsa de color negro y encontrarme con todo lo necesario para transformarme toda una vampiresa. Primero saqué la capa, larga y con muchísimo vuelo. No es una capa cualquiera, perteneció a mi padre y la usaba para sus galas mas importantes.
Seguí sacando el atrezzo que llevaba años esperando una cita como la de hoy. Unos enormes colmillos implantados en una dentadura de pega, un vestido muy ceñido en color negro con unos cuellos de pico en color rojo, unas largas uñas postizas de color negro, una peluca con cuernos incluidos y muchas muchas telarañas que no se bien si eran de verdad o de mentira.
No tardé ni un minuto en colocarme el contenido de aquella bolsa a la que ya miraba como el cofre del tesoro y aunque el de vampiresa no es mi papel favorito decidí que, por ser halloween haría una excepción. En lugar de ser bruja y salir volando a golpe de escoba iría volando a cual murciélaga.
Ha sido muy divertido verme frente al espejo de esa guisa, incluso he actuado (o mejor dicho, sobreactuado) cual poseída por el mismísimo Drácula.
jijijijiji
Hoy se ha terminado ya y yo me voy a ir a la cama. Mañana me asomaré a la puerta para ver los envoltorios de caramelos, los restos de la noche de brujas mientras mi vecina va a ver a su difunto con un enorme ramo de flores.
Inma Castrejón, la bruja de chocolate
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